La Catedral de Murcia.

Murcia, Catedral, pluma final blog

Este es, en mi opinión, uno de los dibujos más espectaculares de mi padre. Dos meses de trabajo, a unas cinco horas diarias. Sin encargo previo. Por voluntad y deseo propios. Cuando observo este dibujo me quedo absorta y perdida entre la multitud de detalles que contiene y vuelvo a asombrarme ante la inmensa paciencia y rigurosidad con la que llevaba a cabo sus proyectos. Con un simple lápiz; con un simple rotring. Creo que esta constancia y perseverancia en el trabajo, cuando ni siquiera sabes si obtendrás algún beneficio económico con ello, solo puede proceder de una pasión inmensa y sincera hacia aquello que realizas. Tiene que provenir de un placer y una satisfacción internas cuyo alcance y significado solo él conocía, pues ni siquiera buscó alguna vez el reconocimiento o el prestigio ajeno. Le bastaba con nuestras pobres muestras de admiración, acostumbrados como estábamos en mi familia a verlo pintar, a hacer virguerías en su rincón compartido de la casa. Imagino que podía ser su manera de trascender la realidad, de olvidarse de sí mismo concentrado en cada trazo, en cada detalle. Imagino que sería su forma de meditar, de permanecer con la mente en blanco transformado en historia pasada, presente y futura. Imagino que quizás, de vez en cuando, soñaba ante el papel en blanco que poco a poco iba cobrando vida. Imagino, porque jamás le pregunté lo que sentía al dibujar, jamás le pregunté lo que todo ese ritual significaba para él.

 

 

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